Día 33, miércoles 7 de diciembre de 2016, Santa Constitución, lat.  62° 37′ S Lon. 60° 27′ O.

A las 23:35 (hora local, las 3:35 en España) del 6 de diciembre de 2016, el buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa hacía su entrada en la amplia ensenada de la Bahía Sur de Isla Livingston. ¡La XXX Expedición Científica Española ya está en la Antártida!

Después de 33 días de navegación, desde que zarpamos el 5 de noviembre del puerto de Vigo, aguardábamos este momento con impaciencia y lo vivimos todos a bordo con emoción. Tras una escala en Punta Arenas (Chile), el mar nos regaló una tranquila travesía del Paso Drake, que esta vez no hizo gala de ser el paso más peligroso y nos permitió disfrutar el espectáculo de las primeras ballenas. Un hermoso ejemplar se acercó, bufando orgullosa, hasta casi rozar la proa, y haciendo una «s» con flexibilidad de gimnasta china, se hundió en las profundidades y desapareció. Todo es ya un espectáculo a cero grados. La impaciencia por bajar a tierra y poner la base en marcha se mezcla con la alegría y la emoción que todos compartimos, cámaras y móviles en ristre, haciendo caso del consejo amigo: «¡Bébetelo todo!».

Para eso he venido, para beberme esta mar de emociones y contarlo, para compartir a través de #HorizonteAntártida, de la Agencia EFE, de Televisión de Galicia y de nuestras redes sociales el privilegio de ser el primer periodista que asiste en directo a la apertura de las dos bases: ahora en Livingston y dentro de diez días en Isla Decepción. Para tratar de comprender y explicar las razones profundas del conocimiento y la investigación que mueven la complejísima y delicada maquinaria de esta expedición científica. No caben en esta nota, ni en un informe: la dimensión global de este gigantesco laboratorio que es la Antártida se mide en teras de información y emoción, pero ¿qué pasión nos impulsa?: nada podría hacer sin la voluntad firme y el tesón de profesionales como Jordi Felipe Álvarez, el Jefe de la Base Juan Carlos I, más de doce campañas de experiencia, y ese modo suave de ejercer el liderazgo con una sonrisa. Seny catalán con raíces gallegas, de Meira, donde nace el río Miño, para ser exactos.

Mientras escribo esta nota,  Jordi Felipe ha venido a despedirse y dar las últimas instrucciones: bajaré hoy en la tercera zodiac y clavaremos la bandera de España, al tiempo de transmitir al Comité Polar Español: «La Base Juan Carlos I está abierta». «No olvides las llaves», bromeo.

Pero las puertas de la Base no tienen llave: están abiertas, como los refugios de montaña, para cualquiera que pudiera necesitarlo. Es la ley antártica: solidaridad, puertas abiertas, sentirnos parte de una ONG global: Científicos sin fronteras.