por Anxo Cabada, fotógrafo, presidente del Ateneo Atlántico.

En un mundo donde viajar se ha convertido en coleccionar selfies, donde las agencias te venden una vuelta al mundo en veinte días, Valentín Carrera nos lleva por los mares de la calma, con un relato lleno de historias y emociones para hacernos vivir y sentir el viaje a un mundo distinto, sin fronteras, a través del viaje de los viajes, el viaje a la Antártida.

Valentín Carrera lleva el viajar en sus genes bercianos, pero El Bierzo y León son tierras de paso y huerta de grandes escritores ―Enrique Gil, Antonio Pereira, Julio Llamazares, Antonio Gamoneda o Juan Carlos Mestre― y Carrera, con este libro, diversifica la huerta y hace brotar esa magia que surge entre la literatura y el viaje.

Los versos del escritor Tennyson, que Carrera encuentra en el monolito de Cabo Evans marcados en el año 1913 ―“Golpear, buscar, encontrar y nunca rendirse”― han sido su lema vital desde que en el año 1982 Luis Carandell le conminó a hacer el Camino de Santiago, cuando aún no se había puesto en el mapa turístico; luego recorrió a pie su tierra berciana; a caballo y en globo las tierras gallegas; y por tierra y mar los caminos de las civilizaciones mediterráneas, pero siempre preparándose para las dos aventuras antárticas, una en el 1987 y otra treinta años después en el 2017.

Y de estas dos experiencias ―una de sorpresa y otra de madurez― surge este maravilloso relato. En la primera parte nos introduce con habilidad, en las experiencias de los grandes exploradores para entender mejor el ambiente que rodearon las grandes expediciones de Stanley, Lowry, Amundsen, Shackleton, Mawson, buscando el lado más humano, dando vida propia a cada uno de los aventureros que dejaron honda huella en la conquista del Polo Sur.

Pero Carrera bebe en la sabiduría de los viejos sabios con humildad, y en la segunda parte nos adentra en la magia del viaje, la magia de las emociones, y nos hace vivir y compartir con los nuevos aventureros, que ya son científicas e investigadores, que con sus estudios hacen una radiografía contemporánea de la situación del planeta a través del banco de pruebas que es la Antártida, el gran laboratorio.

Carrera vuelca sus observaciones y sus sentimientos al irnos llevando por los caminos de las ballenas, de los pingüinos y de los icebergs, pero también por los caminos de la soledad, de la ternura y de los abrazos, como señala en la noche de fin de año: “Estoy lejos de casi todo lo que quiero y nunca me sentí tan cerca”.

Antártida es un libro-viaje, pero también es un grito silencioso sobre el deber de cuidar la tierra porque así también sentimos la necesidad de cuidarnos a nosotros mismos.