La impaciencia, la tensa espera. Los preparativos se acumulan y la tareas pendientes saltan por entre los papeles. Ya está todo casi a punto, apenas quedan quince días para emprender esta gran aventura.

Muchas despedidas, felicitaciones y palabras de ánimo: como solo cuento la parte buena del asunto, todo es «me iría contigo», de modo que voy aclarando a mis amigos y amigas:

-No voy de vacaciones, voy a trabajar, es mi obligación, como la de los científicos o los marineros con los que voy a compartir los próximos meses. Y, aunque apasionante, va a ser un trabajo duro, muy duro. Pero agradezco el privilegio de tener este trabajo y la felicidad de hacer lo que realmente me gusta: viajar para ver, ver para comprender y comprender para compartir.