Día 96, miércoles 8 de febrero de 2017, San Filadelfo, Canales Fueguinos.

La XXX Expedición Científica Española a la Antártida entra en fase de ebullición y se despliega por toda la geografía de las Shetland del Sur: el buque Hespérides navega ya los espectaculares canales fueguinos, rumbo a las bases españolas en las islas Decepción y Livingston, llevando a bordo un nuevo contingente de investigadores. Es tal la intensidad de esta campaña que es difícil llevar la cuenta de todos los proyectos de investigación: glaciología, geomagnetismo, sismología, ecología litoral, permafrost, meteorología…

En Punta Arenas se han sumado a la expedición los compañeros de La Sexta, el joven y muy ilusionado periodista Carlos Prado, gallego, de Marín, por más señas; un equipo de TVE que prepara un monográfico para el programa El escarabajo verde; y el trío de ases de editorial Turner, con el concienzudo Mario Cuesta al frente, que tiene entre manos un libro y un documental de alta gama. Es un lujo poder compartir con ellos estas semanas de navegación y sentir de cerca con qué pasión se toman el viaje y este oficio nuestro del periodismo. Nacidos para contar. Lástima que, a medida que vas subiendo peldaños en el staff de los medios de comunicación, o de los ministerios, los despachos se van haciendo ciegos, sordos y mudos. Como diría John Lennon, la vida es lo que ocurre mientras tanto.

La vida mientras tanto aquí es la zambullida diaria, en agua a 0º, de los buceadores, dirigidos por Contxita Ávila, que estudian en Isla Decepción la ecología química de los invertebrados marinos, y el posible uso farmacéutico de sustancias bioactivas. Entre los recién embarcados, el veterano Javier Benayas y el debutante antártico Miguel Olalla han venido a estudiar las especies de plantas no nativas. Hierbecillas, ellos les llaman plantas adventicias, que se han colado en las botas de un incauto o en un cepellón argentino, y son una amenaza potencial.

Desde lejos, es preciso hacer un esfuerzo para entender que este es un ecosistema muy delicado y frágil, y cualquier intruso, ya sea vegetal, animal o humano, amén de plásticos y pesticidas, puede alterar el medio ambiente. Con esta preocupación y este cuidado andamos, navegamos, como pisando huevos con forma de icebergs y plataformas de bras, por estos mares, no sé si de dios o del diablo.