No caben en esta primera crónica de la XXX Campaña Científica Española a la Antártida los enunciados de los veinte proyectos que los investigadores llevarán a cabo en los próximos meses en aguas del Círculo Polar. Menciono uno al azar, dirigido por el biólogo Andrés Barbosa: “Respuesta inmune, parasitismo, contaminantes y comportamiento de búsqueda de alimento de pingüinos antárticos”. Así se las gastan los del CSIC, y no les hablo ahora de la evolución geodinámica o la homogenización biótica; pero no se alarmen: si están interesados en saber en qué trabajan nuestros científicos en la Antártida, mi trabajo en los próximos meses consiste en contarles el relato de treinta años de investigación polar, tres décadas de Aventura de la Ciencia.
Si las veintinueve expediciones anteriores han sido valiosas una tras otra, construyendo un patrimonio científico del que debemos sentirnos orgullosos como país -esto sí que es Marca España, y nos sitúa en vanguardia entre los Estados del Tratado Antártico-, la XXX Campaña que acaba de comenzar romperá todas las previsiones.
Dos buques oceanográficos: el BIO Hespérides de la Armada Española, que apura preparativos en Cartagena; y el Sarmiento de Gamboa, del CSIC y la Xunta de Galicia, que zarpó el 5 de noviembre del puerto de Vigo, con este cronista a bordo para contar la campaña en EfeVerde y en el blog #HorizonteAntártida.
Dos bases polares, Juan Carlos I, establecida desde 1988 en la península Hurd de Isla Livingston, Shetland del Sur, latitud 62º Sur (el Círculo Polar está en latitud 66º), gestionada por la Unidad de Tecnología Marítima del CSIC; y la base Gabriel de Castilla, que gestiona un año más el Ejército de Tierra en las faldas volcánicas de Isla Decepción.
Dos buques, dos bases polares, cinco meses de campaña (de noviembre 2016 a finales de marzo de 2017), con todo el trabajo previo y posterior, y más de doscientos profesionales involucrados, entre dotaciones e investigadores, en esta Aventura de la Ciencia. Todo ello bajo la dirección del Comité Polar Español, cuyo timón gobierna el veterano almirante Manuel Catalán, y con participación del CSIC, la Armada y el Ejército de Tierra, ya citados, del Instituto Hidrográfico de la Marina, del Instituto Geológico y Minero, de la AEMET, y una docena de universidades (Barcelona, Madrid, Baleares, Granada, Cádiz, Vigo, Alcalá…) y equipos invitados de Holanda, Portugal y Colombia.
Es de nuevo una campaña multidisciplinar, en la que interactúan biólogos, químicos, oceanógrafos, vulcanólogos, geólogos. Unos estudiarán la tectónica de placas en el Paso Drake, otros la descarga de las masas glaciares al océano, la absorción de aerosoles procedentes de regiones remotas, la descomposición de algas o, en fin, la Antártida como centinela de la contaminación global.
Porque eso es la Antártida, un gran laboratorio sensible a todo cuanto hagamos bien o mal en la otra punta del planeta Tierra, nuestra casa común. La impecable labor del Comité Polar Español y de todos los miembros de esta XXX Campaña Antártica solo tiene un objetivo: la investigación, el conocimiento científico, la Aventura de la Ciencia.
En 1914, cuando Ernest Shackleton estaba a punto de zarpar en el Endurance para la expedición más heroica de la historia, estalló la Primera Guerra Mundial: de inmediato, Shack puso su barco a disposición del gobierno. La respuesta del lord del Almirantazgo, Winston Churchill, fue contundente: “Prosiga”.
Nada, ni siquiera aquella terrible guerra, podía detener tan valiosa expedición. Nada puede detener ya, en 2016, nuestra Aventura de la Ciencia.
@ValentínCarrera, para EfeVerde, a bordo del Sarmiento de Gamboa