DÍA 119, viernes 3 de marzo de 2017, san Basilisco, Isla Livingston.
Después de treinta años de actividades en la Antártida, hace tiempo que las bases científicas españolas necesitaban una remodelación a fondo. La Campaña 2016/17 marcará un punto de inflexión: la Base Gabriel de Castilla, en Isla Decepción, ha estrenado un nuevo almacén, instalado en tiempo récord por el equipo COBRA del Ejército de Tierra, que ya está operativo; y la Base Juan Carlos I, en Isla Livingston, tendrá este mismo mes finalizadas las obras de la nueva base, un espectacular arácnido de 36 patas, de diseño vanguardista que, según Radio Macuto, podría ser inaugurada el próximo verano austral por el rey Felipe VI.
¡Ojalá!, y ojalá la visita regia sirva para situar el programa antártico español en el lugar que le corresponde en el mapa político, económico y científico: a pesar de la miopía monclovita, hay pocas actuaciones estatales —quizás la modélica Organización de Transplantes y poco más— que sean tan claramente generadoras de energías positivas, de “buenas noticias” (de las que no anda sobrado nuestro desnortado Gobierno); o que goce, como la Antártida, de un amplísimo respaldo y simpatía de la opinión pública. Marca España en estado puro, señor Rajoy.
En cuanto a la nueva base Juan Carlos I, no llega sin tiempo: casi diez años de gestación, con retrasos y penurias por el camino; pero ha merecido la pena esperar: en la próxima campaña 2017/18, España tendrá una base antártica de lujo, una de las mejores y más avanzadas instalaciones del Continente.
El psicodélico proyecto ha sido realizado por el estudio del británico Hugh Broughton, referencia mundial en arquitectura polar. El estudio Broughton finalizó el año pasado para el prestigioso Britsh Antarctc Survey la Halley VI Antartic Research Station, trabaja actualmente en la nueva base coreana, Jang Bongo, y acaba de ganar el concurso del Atmospheric Watch Observatory en Groenlandia. Por medio, el diseño de la Base Juan Carlos I, con aspecto de platillo volante o nave espacial.
Isla Livingston se encuentra a 13.000 kms de España y mil de Tierra del Fuego, con el Drake por medio; la base de verano acoge desde hace casi tres décadas a un centenar de técnicos e investigadores, de las más variadas disciplinas: desde muestreos con pingüinos o bentos, hasta seguir el movimiento del glaciar Johnson, pasando por meteorología, submarinismo o geología. Una compleja intendencia de medios y laboratorios, imposible de atender desde los iglús desvencijados y los oxidados containers que este mes rendirán su último servicio a la Ciencia como hoteles VIPs.
La nueva base podrá alojar a partir de noviembre próximo 52 personas, en un módulo de vida confortable, con amplias cocinas, salas de esparcimiento, gimnasio, y adecuados despachos y laboratorios. Todo ello con el equipamiento necesario para garantizar su autosuficiencia en condiciones extremas: generación eléctrica, climatización, agua caliente, comunicaciones, tratamiento de aguas y gestión integral de residuos; y con unas espectaculares vistas a la bahía por la que, de vez en cuando, desfilan ballenas, fondea algún barco o pasa una fantástica procesión de icebergs.
El mérito de este hito, que hace Marca España a 13.000 kms, es del Comité Polar Español, pero muy especialmente de su cerebro gris, Miguel A. Ojeda, Miki, responsable de toda la campaña —y ahora Jefe de la Base, en la etapa final, tras dar el relevo a Jordi Felipe, a quien también toca felicitar—. Pero más aún toca la enhorabuena al equipo de técnicos y obreros de la UTE Antártida (formada por las empresas Arcadi Pla, de Girona, y Global Cleop, de Valencia), que han realizado un esfuerzo extraordinario, en condiciones difíciles: trabajar en la Antártida nunca es cómodo: el frío, la urgencia, no hay ferretería en la esquina donde comprar un repuesto o una herramienta, etc.
La propia obra es compleja: tres módulos de poliéster reforzado con fibra de vidrio, de color rojo, diseñados para lograr mínimo mantenimiento y máxima resistencia a la erosión, cumpliendo los requisitos energéticos y medioambientales del Tratado Antártico. Más que una nueva base polar, España ha colocado en la órbita de la Antártida una nave espacial, tripulada por el nuevo capitán Nemo, Miki Ojeda, que habría sido la envidia de Jules Verne: “¡Por la Ciencia, hasta Livingston y más allá!”.
Más información:
Hugh Broughton Architects
Arcadi Pla
Global Cleop
Galería fotográfica: la nueva Base Juan Carlos I