PANTALLAZO

* El equipo de hidrógrafos del IHM culmina su segunda campaña antártica a bordo del Hespérides.

Día 125, jueves 9 de marzo de 2017, san Niseno, especial para Efe:Verde, a bordo del Hespérides.

Uno por ciento: retenga usted ese dato. Es habitual referirse a la Antártida como el gran Continente Blanco, pero la Antártida, además de continente —esa tarta de hielo que en algunos puntos alcanza los 4.500 m de espesor—, son los mares que rodean a la tarta, el Océano Antártico, es decir, los hielos flotantes, las aguas y las tierras sumergidas al sur del paralelo 52º Sur (aceptado como límite de la Convergencia Antártica, la zona donde las aguas son más frías). Aunque el propio Océano Antártico está en discusión, más por razones políticas que científicas, la extensión de estas aguas está en torno a los 20.000.000 km2.

Pues bien, aunque desde el capitán Cook —el primer navegante que alcanzó la latitud 71º, en 1774—, llevamos casi un cuarto de milenio navegando estas peligrosas aguas, solo tiene una buena cartografía el 1% de los mares antárticos (en torno a 200.000 km2, es decir, menos de la mitad de España). Quedan zonas muy muy extensas que nunca han sido cartografiadas: “Conocemos mejor la superficie de Marte que el fondo del océano”, afirma Gene Feldman, oceanógrafo de la NASA [Marsh Report. Plumbing the Depths].

La metáfora del iceberg sumergido, del que apenas vemos una séptima parte, aquí se multiplica. Con estos datos, y con un tráfico marítimo en continuo crecimiento —ya sea pesquero, científico, turístico, e incluso deportivo—, se entiende la necesidad de cartografiar los mares de la Antártida para garantizar una navegación segura. Hay tarea para varios siglos.

el-parcelario-de-DecepcionToda la zona está sometida a las directrices de la Constitución Polar, el Tratado Antártico, de modo que los lectores supondrán que los países presentes en la Antártida no hacen la guerra cartográfica por su cuenta, como en los tiempos de Colón o Drake, de Malaspina o Newton, cuando las cartas marinas eran alto secreto de Estado, sino que existe cierta coordinación internacional.   En efecto, el órgano supervisor es la Comisión Hidrográfica de la Antártida (HCA en las siglas inglesas), integrada en la Organización Hidrográfica Internacional (OHI o IHO, si lo prefiere usted en inglés), con sede en Mónaco, encargado de recibir las propuestas de los Estados, valorar las prioridades y decidir la lista de cartas y pasillos marítimos más necesarios o urgentes. Luego, cada país ejecuta lo suyo.

España forma parte de ambas organizaciones, representada por el Instituto Hidrográfico de la Marina, con sede en Cádiz, cuna de la cartografía marina española. Si en Compostela es arte la lluvia, en Cádiz, la cartografía es arte. Y para demostrarlo, también en aguas heladas, un equipo del IHM viaja desde enero a bordo del buque oceanográfico Hespérides, poniendo cara y ojos a la cartografía marina de una extensa zona de las Islas Shetland del Sur y la costa de la Península Antártica.

P1510458Dirige el equipo el capitán de fragata Juan Conforto, Jefe de la Sección de Hidrografía del IHM, y le acompañan en esta misión antártica 2017 —continuación de la campaña de 2016— cinco hidrógrafos del IHM: el capitán de corbeta Gustavo Gómez-Pimpollo, los subtenientes Jesús Gálvez y Manuel Asencio, y los sargentos 1º Diego Muñoz y Javier Monroy. Completan el equipo Ignacio Romero, ingeniero técnico de arsenales; la geóloga del IEO María Gómez Ballesteros; y el hidrógrafo portugués Telmo Geraldes, del IHPT de Lisboa.

Han instalado un centro de datos en la planta noble del Hespérides, con unas vistosas pantallas que traducen los datos del fondo marino a representaciones en 3D. Llevo casi un mes viéndoles trabajar a diario, sin parar, a ritmo frenético, incluyendo guardias las 24 h del día, porque el barco sonda y navega, navega y sonda; y me admira su entrega profesional y el buen ambiente que han sido capaces de generar. Trabajar con alegría y vocación es media vida ganada. La convivencia a bordo nos ha permitido compartir bajadas a tierra, a instalar un mareógrafo, tomar puntos en el litoral, o llevar un relevo de P1510293personal, de una zodiac a otra, después de varias horas sondando al borde de la costa, entre glaciares y pingüineras, con un frío que pela, y pela mucho más si eres de Cádiz.

Para cartografiar el Océano Antártico, por parcelas, los herederos de Vicente Tofiño y Domingo Fontán —pioneros de la cartografía en los años de la Ilustración—, han venido equipados con un sondador interferométrico portátil: un equipo con forma de piano, con GPS instalado en una zodiac del Hespérides, desde el que se recorren las zonas planificadas leyendo franjas del fondo submarino, con amplitud variable dependiendo de la profundidad.

A su vez, el Hespérides lleva instalados en la quilla dos sondadores (un EM1002 de aguas someras y un EM120 de aguas profundas, ambos de fabricación noruega. Todo ello se completa con dos mareógrafos que han sido instalados en la bahía del glaciar Johnson, en Isla Livingston, y en la Isla de la Media Luna; y multitud de ordenadores para procesar los datos en tiempo real. Sé que toda esta prosa es ardua: quédense los lectores y lectoras con que, dentro de la XXX Campaña antártica, este equipo de hidrógrafos, amantes de su oficio, está haciendo el mapa submarino de lugares estratégicos en la Antártida para la seguridad de la navegación; zonas adjudicadas a España como Isla Livingston, Decepción y toda la costa de la Península contigua a las Sandwich del Sur.

Gracias a ellos, a este ambicioso programa que España aporta a la cartografía antártica, en el seno de la HCA, hemos tenido el privilegio de navegar muchos días por alguno de los lugares más hermosos de la Antártida: Gerlache, Cuverville, Caleta Cierva; y gracias a ellos, numerosas ballenas focas y miles de pingüinos, han venido a saludarnos gozosos.

shipping-routesSe preguntará alguien cómo escoge sus prioridades el HCA antes de asignarlas a cada país: en el Antártico, como en todos los demás mares y océanos están trazados sobre el agua toda una red de caminos: las autopistas del mar por las que circula mayor intensidad de barcos. Esas autopistas radiales o puntos calientes en el tráfico antártico (el Drake, Bahía Foster, los Fuelles de Neptuno, Isla de la Media Luna, Costa Danko), son zonas de gran densidad, en verano: es fácil ver un crucero diario y algún pequeño velero de vez en cuando.

Además, en el caso de Isla Decepción, al ser un volcán activo, que entró en erupción hace veinte años y podría volver a vomitar fuego mañana, es prioritario cartografiar las zonas contiguas a las vías de evacuación: en caso de erupción, los barcos deberían poder acercarse con seguridad lo máximo posible a esas zonas de escape.

En otros casos son autopistas turísticas, un mal menor en la Antártida, 50.000 visitantes al año, en cruceros y barcos de todo tipo que trazan sobre las aguas surcos, rutas, singladuras, un tráfico continuo. La autoridad internacional, el citado HCA, clasifica estas autopistas (Maritime Shipping Routes) en tres tipos: corredores principales, ramales o corredores de enlace entre dos principales, y rutas de seguridad o emergencia. En todos ellos ha trabajado el IHM en esta intensa campaña a bordo del Hespérides, en la que hemos recorrido más de 6000 millas cartografiadas con sondas multihaz de alta precisión, dibujando la belleza del relieve submarino.

La impresionante belleza de la cartografía, esa Ciencia que en Cádiz es Arte, que es la garantía de una navegación cada vez más segura en el futuro, aunque es tanta la mies por segar que uno no puede evitar la sensación de que estamos barriendo el océano con una escoba.

Links:
Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM)
Hydrographic Commission on Antarctica (HCA)
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