Día 37, domingo 11 de diciembre de 2016, San Genciano, lat. 62° 41′ S Lon. 61° 04′ O, Campamento Byers.
Esta foto está cargada de emoción, como todo lo que va sucediendo cada minuto de este viaje. Los semblantes alegres no reflejan la gravedad del momento: el instante de dejar a tres de nosotros abandonados a su suerte, como hacían los piratas, en el Campamento Internacional Byers. No estarán abandonados por completo, pues el buque Sarmiento de Gamboa y las bases cercanas estarán al tanto de una emergencia; pero durante los próximos veinte días tres científicos, enamorados de su trabajo y de la Naturaleza, vivirán en total aislamiento en la playa de Byers, en este pequeño iglú, y tendrán que afrontar lo que disponga la imprevisible y caprichosa Antártida…
A mediodía de hoy dejamos la Bahía Sur de Isla Livingston, cuyo paisaje ya nos era familiar, para instalar el campamento Byers en la otra punta de la isla, donde ya han empezado a trabajar los ornitólogos Andrés Barbosa y Juan F. Maseda, con el apoyo del alpinista Iñaki Irastorza. Cinco tripulantes del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, dirigidos por nuestro Jefe de Expedición, el vigués Luis Ansorena (en la imagen, observado por dos focas jugetonas), saltaron a tierra para transportar, a hombros, instrumental y víveres para un mes, incluyendo algo de turrón y unos gorros navideños. Poco más: la vida aquí es tan dura y sobria como la propia Naturaleza, y los investigadores saben que deben adaptarse al medio para sobrevivir, hacerse invisibles para observar, formar parte del paisaje para sentirse en comunión con la Antártida.
La foto muestra la alegría de estos ocho compañeros, valerosos como los hombres de Shackleton, por el deber cumplido; podemos imaginar, en el instante de la despedida, un vuelco en el corazón de los que se van y el nudo en la garganta de los que se quedan. Volveremos a por vosotros: ¡Suerte, amigos!