Día 17, lunes 21 de noviembre de 2016, San Eutiquio, 21º 56  S,  36º 31 W.

La delgada línea roja que separa el Cielo del Infierno en la mar gira, como voltea una moneda en el aire, a cara o cruz; hoy ha caído cara arriba y la imagen de Neptuno, acuñada en bronce, nos ha hecho un guiño. El Sarmiento de Gamboa sigue su rumbo esquivando una enorme borrasca que los meteorólogos anuncian cien millas al Sur.

Los trenes de olas que nos asediaron ayer frenaron la marcha del buque, aún con la máquina a tope, y hemos perdido casi 40 millas. El Capitán ha variado ligeramente el rumbo: nos hemos desviado de la línea recta que puede trazarse imaginariamente entre Canarias y Buenos Aires para cortejar la costa carioca. Pero no avistaremos tierra, acaso alguna boya y luces muy lejanas. Nada impedirá que invite a bordo A garota de Ipanema, para contemplar juntos desde el puente atardeceres celestiales como este que comparto, que nos ha llenado el alma y los ojos de belleza y serenidad.

Una paz deliciosa, rota a la cena por una vehemente discusión entre uno de Beluso y otro de Bueu sobre si el pescado frito era gallo o rapante, debate que continúa a estas horas en el hangar, con mal pronóstico.

Por si fuera poco el regalo, apenas veinte minutos antes del atardecer, la mar caprichosa se dejó ver así:

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