Tiempo de inocentadas

Día 54, miércoles 28 de diciembre de 2016, Santos Inocentes, Puerto de Ushuaia.

Aquí, donde el Sur también existe, no perdonamos ninguna tradición: es tiempo de inocentadas, como la que nos ha gastado la autoridad portuaria de Ushuaia enviando al Sarmiento de Gamboa a fondear solo por unas horas. Atracan tantos cruceros en este puerto del fin del mundo que el muelle está saturado, y miles de turistas van y vienen en grandes autobuses. Ayer atracó a nuestra popa el Crown Princess  (951 ft eslora, 3.000 pasajeros, un mirador panorámico de 360º, casino, gimnasio, piscinas, cine, espectáculos a bordo…); y a su lado el Gamboa, nuestro titán de los hielos, se veía pequeñito. Segundo principio de la termodinámica antártica: las dimensiones son relativas y en la Antártida todos somos más pequeños. O más grandes, según se mire.

Tiempo de inocentadas: es curioso que se recuerde con bromas y risas una matanza de inocentes que hoy llamaríamos genocidio infantil. Por lo que respecta a las víctimas bíblicas, nada que celebrar; pero ¿quién se acuerda del origen del cuento? Pelillos a la mar: llevamos toda la mañana colgando pingüinos en la espalda del capitán y de los oficiales de puente. A falta de sexo hay que reírse de uno mismo. A falta de sexo, aquí no se habla de otra cosa, aunque esté prohibido contarlo. Tercer principio de la termodinámica sexual polar: no hablarás. Nos limitamos a hacer inocentadas: a los investigadores del «permasnow» (del sufijo -perma, permanente; y snow, nieve), un espontáneo les ha rotulado las cajas como «espermasnow».

A falta de sexo navideño, unos estudian las pasiones de un volcán con nombre de bolero, Decepción, y otros más morbosos indagan las costumbres sexuales de los pingüinos, esos animalitos divertidos, curiosos, patosos, simpáticos, el ave que más se parece a la especie humana. Su dudosa verticalidad tambaleante, su caminar a saltitos, su frac de Nochevieja, con o sin pajarita barbija, todo invita a considerarlos amigables, bondadosos, infantiles, asexuados, escapados de alguna película de Disney. Ellos son en estas latitudes los verdaderos Santos Inocentes.