Día 74, martes 17 de enero de 2017, Santa Leonila. Isla Decepción.
TARANTAR (de Tarado Antártico, no confundir con Tratado Antártico): Ranking de pavadas, olvidos, errores, herratas, pequeñas equivocaciones, mínimos despistes y todo tipo de pendejadas en las que incurre el personal de la Base Gabriel de Castilla. Hay un responsable máximo del Tarantar, autoridad conferida este año al decano del tarantartismo, Enrique Carmona. Todos somos vigilantes del Tarantart, y Enrique lleva la cuenta, fijada en un cuadro en el tablón de anuncios, donde adjudica los points, a ojo de buen cubero.
Confundir Caleta Péndulo con Bahía Teléfono, siete points. Meterse en la cama con el viking, 300 points. Decir «talantar», con «l», cinco points, como los que le cayeron ayer al Comandante, y otros diez points por dejar los gayumbos olvidados en la ducha. Aquí no se libra nadie: Paco derramó el último vaso de vino, 25 tarantars. En estos momentos lidera el ranking el niño Torres, en dura competición con la pingüin Josabel. El menos penalizado es Beni: como apenas habla, apenas se equivoca.
DESPEDIDAS: Beni y Enrique [los sismólogos de la Universidad de Granada, José Benito Martín Martínez y Enrique Carmona, en la imagen] se despiden hoy de la campaña entre lágrimas y abrazos de todos. Los vamos a echar en falta cada día con sus bromas, su ánimo permanente y su entrega a la expedición y a la ciencia. También se va el ecólogo italo-argentino Juan F. Masello, especialista en pingüinos, gran conversador, mate en mano, que me deja de regalo la hermosa música del grupo alemán Faun, y los días compartidos en el iglú. En nuestro casquete polar de fibra anaranjada, donde hoy me quedo solo: también se van, después de volcar los datos de la invernada y dejar los equipos a punto, los meteorólogos de AEMET: el asturiano Raúl Álvarez, y el segoviano Francisco Javier Sáenz de las Heras, con quien compartí un paseo inolvidable hasta el Cráter Lake, saboreando el tiempo de la amistad y los afectos. Se van, además, tres biólogos chilenos, buceadores, que ayer nos deleitaron con una charla. El Comandante despidió a todos con abrazos y pequeños obsequios, ensalzando el trabajo realizado, y luego hubo rasgueo de guitarras y canciones. Tiempo, pues, de despedida: no hay blog capaz de albergar todos los sentimientos que se agolpan en el corazón, que brotan en los ojos. Me dicen desde la distancia que me estoy volviendo llorón y sentimental: no se equivoquen los terrestres, aquí vivimos todos en otra dimensión.