Día 32, martes 6 de diciembre de 2016, San Policronio, lat. 60º 58 S, Lon. 62º 43 W.

El ilustrado Malaspina, uno de los más grandes exploradores de todos los tiempos, a la altura del capitán Cook o de Humboldt, a quien la España de Godoy premió sus méritos con cárcel y destierro, tenía el gusto romántico de bautizar algún que otro accidente geográfico con los nombres de su mapa sentimental. He decidido seguir su ejemplo y bautizar el primer iceberg que veamos con el nombre Iceberg Martín, en honor a mi nieto.

Que el nombre perdure o no, ya será cosa de la historia: los marinos españoles se adelantaron muchas veces; y años o décadas después, los ingleses iban detrás bautizando sus Shetland y sus Sándwich del Sur, aunque lord Sándwich, mecenas de Cook, nunca estuvo en estas islas. La toponimia colonial, que daría para varias tesis, cabrea un poco a nuestra Armada, cuyos honores regatean las cartas, y un mucho a la Armada argentina, humillada en las Fackland, que ellos llaman Malvinas, esos ricos caladeros donde han amasado fortuna los arrastreros gallegos. Islas Merluza.

Puestos a bautizar, prefiero la toponimia imaginativa -cabo Desolación, cabo del Hambre, Puerto Deseado, Paso Tortuoso, Bahía Sucia- al Registro de la Propiedad, Isla del Rey Jorge, que visitaremos la próxima semana. Por fortuna, la Antártida es un territorio sin propiedad ni fronteras, sin armas ni moneda, gobernado en base al Tratado Antártico, que bien podría ser un modelo de constitución para otras zonas del planeta en eterno conflicto.

061216_ruta-travesia-drake600La XXX Expedición Científica Española a la Antártida cruza ahora el Paso Drake, llamado así en homenaje al corsario inglés que dio la vuelta al mundo en 1577, cincuenta años después de la primera expedición, la de Magallanes y Elcano; y de la segunda, la de Loaisa y Urdaneta, en la que viajaba Francisco de Hoces, primer descubridor del paso en 1526, Mar de Hoces debiera llamarse [Mar de Piedrabuena, para los argentinos], ignorado por la toponimia sentimental. En este paso de 900 kms, huracanea siempre un viento furioso del Oeste que levanta olas de doce metros, es de los más temidos y peligrosos en todos los mares; y, sin embargo, Drake nos ha recibido esta vez con un suave balanceo. Ayer, en la lat. 57º 48 S, Lon. 64º 00 N, una espesa bruma envolvió el casco del Sarmiento de Gamboa, y navegamos sin visibilidad, como un buque fantasma, envuelto en harapos de niebla. Cuando hay balance, el Gamboa contonea las caderas como una bailarina caribeña, de babor a estribor, la sopa baila en el plato y la ducha cae en diagonal ignorando las leyes de la gravedad.

El viento ha soplado durante toda la noche con fuerza de 20 nudos, y el día amaneció soleado. Cruzar el Drake con sol y mar suave, y sin marearme, es un regalo de los dioses. Y hemos visto las primeras ballenas. En verdad, soy muy afortunado. Lo siento por la toponimia inglesa, pero esta inmensa lengua de mar que separa el continente de la Antártida queda rebautizada, a la portuguesa, como Paso de Buena Esperanza. A bordo, el viento gélido anuncia qaue hemos cruzado la lat. 60ºS. Esta noche celebraremos el día de la Constitución al pairo, fondeados en la Caleta Española -toponimia creativa- en la bahía Sur de Isla Livingston.