Día 99, sábado 11 de febrero de 2017, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
«La ciencia y la igualdad de género son vitales para realizar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos en la Agenda 2030«, proclama Naciones Unidas en su declaración con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. «De acuerdo con un estudio realizado en 14 países -añade la ONU- , la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%».
Celebro este 11 de febrero por la igualdad también en la Ciencia, surcando el ancho Drake a bordo del buque de investigación Hespérides, formando parte de la XXX Expedición Científica Española a la Antártida. Hace treinta años pasé esta misma fecha también en el Drake, a bordo del buque Pescapuerta IV, como cronista entonces de la I Expedición. ¿Qué ha mejorado, en estos treinta años, con respecto a la igualdad de género en la investigación antártica? Les anticipo la respuesta: poco.
Los datos fríos: en 1986/87 formábamos la expedición 96 personas, de los que 24 eran científicos: 20 hombres y 4 mujeres, es decir, eran mujeres el 17% de los investigadores y el 5% de toda la expedición.
En 2016/17 participamos en la campaña 221 personas, de las que 26 son mujeres, el 12% (ninguna en las dotaciones de las bases Gabriel de Castilla y Juan Carlos I, y muy pocas en las tripulaciones de los barcos). Hay 17 científicas sobre un total de 70 investigadores: el 24%, cifra similar a la media del CSIC (23%, aunque la proporción baja al 15% de catedráticas). Queda mucho por hacer.
El IEO (Instituto Español de Oceanografía) ha abanderado desde Madrid una iniciativa por la Igualdad en la Ciencia, a la que nos hemos sumando desde la Antártida, posando junt@s en cubierta. En esta ocasión tan señalada quiero rendir un pequeño homenaje a las cuatro biólogas pioneras de la ciencia antártica en la campaña de 1986: Ana M. Giráldez, Milagros Millán (Maruchi) y Ana Ramos, las tres del IEO de Fuengirola; y Carmen Gloria Piñeiro, del IEO de Vigo.
Cuatro mujeres estupendas, que nos dejaron un recuerdo imborrable, trabajadoras incansables en el laboratorio, competentes y resolutivas, alegres en la convivencia, decididas de ánimo, afectuosas, elegantes, simpáticas. Me parece estar viendo aún sus sonrisas iluminando cada ángulo del Pescapuerta IV. Cuatro pioneras que abrieron camino en un medio hostil de shackletones y amundses, un mundo tradicionalmente reservado a hombres.
Queda mucho por hacer, sí; no hay ninguna razón, y sí muchas sinrazones, para que se mantenga este techo de cristal también en la Ciencia. Es corresponsabilidad de todos y todas romperlo. Desnudos de prejuicios y anteojeras masculinas, la vida cotidiana en los buques y en las bases demuestra cómo las mujeres marineras o investigadoras, o periodistas, se integran más que perfectamente; facilitan y completan la convivencia, mejoran la calidad emocional del grupo; y sobre todo, ¡qué rayos!, es su derecho, y el nuestro. Nuestro derecho a la igualdad también en la Ciencia.
Espero que dentro de treinta años mis hijas, y toda su generación, hayan conquistado una igualdad real y no tengan que celebrar nunca más el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Mientras tanto, ¿qué tal señores del IEO, del CSIC, y de las universidades, si la próxima campaña duplicamos el número de investigadoras?
Si, en la primera Expedicion, fueron nuestros primeros pasos de «mujer» en suelo antártico… pasos de mujer investigadora, pasos sin alfombras, pasos por la cubierta de barcos pesqueros diseñados para un mundo duro, donde solo los hombres tenían espacio. Fue una inolvidable experiencia personal, científica y sobre todo humana. Gracias a tod@s por ese maravilloso recuerdo y gracias a ti , Valentín, por recordarlo.