Día 104, jueves 16 de febrero de 2017, san Pánfilo, Lat. 65º 08 S, Lon. 64º 03 W, Lemaire y Costa Danco.

170216_Lemaire (1)La Península Antártica, esa nariz aguileña que le crece al Continente en dirección afilada hacia el Nordeste, tiene por el Este el Mar de Weddell, la banquisa donde quedó atrapado el barco de Shackleton; y allí debe seguir hundido, en añicos batidos por los hielos y las corrientes, aunque una expedición se propone ahora rescatar el Endurance. Por el Oeste, antes del inmenso Océano Antártico, hay una larga cadena de islas, casi paralelas al borde continental. De norte a sur, la Isla Elefante, las Shetland —donde están las bases españolas—, el archipiélago de Palmer, Isla Adelaida, etc. Siguiendo el borde desde la punta de la retorcida nariz hacia el sur, la costa va cambiando de nombre: Costa Palmer, Costa Danco, Costa Graham, Costa Loubet, y así podríamos seguir, hasta dar la vuelta entera a esta tarta de merengue helado, de 3000 km de altura.

Esta semana el Hespérides ha bajado hasta casi alcanzar el Círculo Polar Antártico (Lat. 66º 33´46” S, el punto austral al sur del que, al menos un día al año, el sol luce las 24 h.): llegamos hasta la Isla de Amberes, donde visitamos la base americana Palmer, y ahora vamos hacia Caleta Cierva, subiendo por el Estrecho de Gerlache, donde el barco Bélgica, de Adrián de Gerlache, quedó atrapado en 1898. Hacemos estaciones de muestreo (geología, biología, contaminantes, cartografía, posicionamiento del 170216_Lemaire (16)satélite Galileo) y, siempre que es posible, traemos y llevamos científicos. En el trayecto, la Antártida nos ha regalado a todos los expedicionarios el lujo de navegar por Danco y Palmer, dos de las zonas más espectaculares del mundo. Tal es así —siento desmitificar la Antártida— que hemos encontrado en la bahía de Isla Pleneau un crucero de lujo y un velero arrogante. Una risa: como si llegas a lo alto del Chimborazo y te encuentras un puesto de hamburguesas.

Con todo, este es el paisaje más rotundo y grandioso del viaje. Confieso mi limitación para describir Costa Danco: durante toda la singladura, el buque, 170216_Lemaire (3)majestuoso, plácido, ha navegado por canales tan angostos que nos parecía tocar los icebergs. A babor y a estribor se alzaban farallones de gran altura, paredes verticales nacidas a buena profundidad, cubiertas de glaciares o mostrando su geología desnuda: podían leerse las capas y los pliegues geológicos como un libro abierto. No vimos ballenas hoy, muchas ayer; pero sí abundancia de focas dormilonas en icebergs fondeados o a la deriva. Pocas aves en esta latitud, cada vez más gélida; los días empiezan a ser más cortos a medida que avanza la campaña y el tiempo cambia por horas, mostrando a veces su cara amable y soleada, o las fauces de un vendaval sin piedad. Todo sigue siendo inmenso y silencioso, o mejor: más inmenso aún y aún más silencioso al cruzar este desfiladero de Lemaire, apenas un kilómetro de orilla a orilla. Navegamos tocando los glaciares con la punta de los dedos.