Día 73, lunes 16 de enero de 2017, San Acursio. Isla Decepción.

marias-compostelaEn la Alameda de Compostela hay una sencilla estatua que recuerda a Las Marías, dos mujeres víctimas del odio durante la posguerra. Conocí a Maruxa y Corelia, ya viejecitas, paseando por la calle del Franco, vestidas de colores llamativos y muy pintadas. Los turistas se hacen selfies con ellas, sin saber que su memoria contiene una carga de profundidad inmensa: lo que en tiempos era despectivo, llamarles «las Marías», hoy es un símbolo de la dignidad femenina.

En la misma alameda, a pocos metros de Las Marías, está el Instituto Rosalía de Castro, en otro tiempo femenino, hoy mixto, con cuyos estudiantes conversamos ayer en una videoconferencia desde la Antártida, organizada allí por la profesora Elena Gálkina, la alumna Alicia Carrera y el director Ubaldo Rueda; y en Isla Decepción por la misión antártica del Ejército de Tierra, al mando del comandante Daniel Vélez. Una de las alumnas me preguntó directamente cuál es el papel de las mujeres y cómo se vive la igualdad en las bases científicas. Hablemos, pues, de igualdad.

El lenguaje nunca es inocente, y sabe ser irónico: hablemos de nuestras «marías». Aunque alguien pueda sorprenderse, la igualdad en la Base Gabriel de Castilla, desde la que escribo, no es un trámite políticamente correcto, sino una práctica real, que se vive con naturalidad. No he escuchado, ni a soldados ni a científicos, un solo chiste o comentario machista; y las compañeras de viaje, Josabel, Mirenchu, Susana, Karim, pueden certificarlo.

Las bases antárticas no son un hotel de lujo (aquí el lujo es la Naturaleza, el paisaje, la amistad, la convivencia): nosotros mismos, todos y todas, somos el servicio de habitaciones, limpieza y comedor, que se hace cada día por turno, de dos en dos: son «las marías». Da igual que seas chico o chica, no importa tu rango o destino: las marías suelen ser dos tipos barbudos con mandil, haciendo labores domésticas, sirviendo a la colectividad.

Hoy me ha tocado maría, a pachas con el reputado pingüinólogo Andrés Barbosa, especialista internacional que hoy no fue a la pingüinera: el trabajo de maría es a jornada completa. Empezamos a las siete de la mañana, preparando el desayuno para los treinta expedicionarios; luego hay que aspirar y fregar las zonas comunes (módulo de vida, pasillos, cocina), hacer los baños y las duchas, por donde pasamos los treinta varias veces al día, reponer papel, bolsas; poner un par de lavadoras, lo habitual. A las 14 h., poner la mesa, con su aperitivo de aceitunas o canapés; por supuesto, las marías sirven la mesa, recogen los platos, ponen doce veces el lavavajillas y dejan la cocina como una patena. A la tarde, otra vez el mismo cantar: servir la cena, fregar y limpiar; y, cuando pensé que habíamos acabado, nos quedaba aún sacar cinco enormes bolsas de basura, clasificada, llevarla al punto limpio; y reponer existencias: leche, zumos, agua. Son las 24 h. cuando escribo: hemos acabado el turno; mañana le tocará a otros dos, entre ellos al comandante, el primero dando ejemplo.

insti-rosaliaEsto es lo que quiero contar a la alumna del IES Rosalía, y a todos sus compañeros: la práctica de la igualdad en la Base Gabriel de Castilla es modélica, y más de uno y una tendrían que pasar por aquí para tomar nota. Supongo que el camino no ha sido fácil, y tiene que ver con el tesón de las primeras mujeres científicas, marineras o soldados que fueron pioneras, y han conseguido ser respetadas, tratadas de igual a igual para tirar de la zodiac, para saltar a la banquisa o para barrer la cocina.

Pocos días antes de abandonar la presidencia de USA, Barak Obama y su familia hicieron de marías: se pusieron mandil y guantes, y sirvieron la comida a todos los empleados de la Casa Blanca, sirviendo a quienes les habían servido durante ocho años. Con normalidad, que de eso se trata, queridas alumnas y alumnos del IES Rosalía de Castro, y de todo el país: de practicar la igualdad en vuestras casas, aulas, pandillas, con la misma naturalidad y respeto mutuo con que lo hacemos en este rincón de la Antártida.