Día 20, jueves 24 de noviembre de 2016, San Bálsamo, 30º 31 S, 48º 29 W.

Es evidente, por más que os empeñéis en decir que es roja, que esta es la «caja negra» del barco, y no pienso distraer un segundo en la discusión: a bordo las grandes verdades se relativizan y encogen a medida que el mar se ensancha. ¡El mar, qué inmensa facultad de Filosofía!

He pensado estos días sobre algo que le ocurrió hace años a mi compañero de curso, y sobre todo Amigo, José Miguel Sagüillo, gran profesor de Lógica y actualmente Decano de la Facultad de Filosofía de Santiago: vaya este recuerdo para él y para todos los colegas, compañeras y profesores de entonces (Uxía, Nieves, Chis, Alfonso, Ángel, José Luis, Rosa, Maite, Villegas, Guilermo, Marcial…). Con ellos aprendí lo poquito que sé de filosofía, pero me regalaron lecciones más valiosas.

En 1977, el entonces joven Sagüillo, brillante becario en USA, debía coger un avión en Tenerife, y con gran disgusto vio que  se cerró el embarque y quedó fuera con su billete en la mano. Esa estafa consentida que las compañías llaman overbooking. Antes de que se le pasara el enfado, aquel Boeing 747 se estrelló en Los Rodeos y murieron 583 pasajeros. ¡Bendito overbooking! Sagüillo cogió el avión siguiente, donde la vida le regaló un viaje inolvidable, pero esa es otra historia.

La pregunta es ¿quién sabe qué vuelo o qué barco nos conviene? Me lo pregunto cada día, acodado en el Sarmiento de Gamboa, a medida que nos acercamos a Punta Arenas: ¿me conviene seguir en el Gamboa, saltar al Hespérides, quedar un par de semanas en Tierra de Fuego? Desde el minuto cero, tengo la certeza de que es un viaje abierto, cuyo timón no pretendo manejar. En la novela de Jules Verne, Dos años de vacaciones (un grupo de escolares naufraga en un islote cercano al estrecho de Magallanes), leo:

«-Es una contrariedad que no se haya mantenido todo el día la brisa -dijo Briant.
-Hubiera sido peor que se nos volviera contraria -respondió Mokó.
-Eres un filósofo, Mokó.
-No sé qué quiere decir esa palabra -dijo el grumete Mokó-; pero, pase lo que pase, nunca me desanimo.
-Pues eso es filosofía».

¿Qué barco o qué camino conviene a mi vida? La filosofía de Mokó tiene la respuesta. Para todas las demás respuestas, los detalles están en la caja negra de nuestras vidas, que, como todos sabemos, es roja.

Feliz fin de semana.