Día 109, martes 21 de febrero de 2017, san Vérulo. Port Locroy.

La XXX Expedición Científica Española a la Antártida sigue avanzando, día a día, singladura a singladura. Mientras en las bases Gabriel de Castilla (Isla Decepción) y Juan Carlos I (Isla Livingston), distintos equipos de investigadores están a punto de acabar su trabajo de campo en esta campaña (luego vendrá el trabajo de laboratorio duranten meses), el buque Hespérides navega la costa de la Península Antártica haciendo barridos de batimetría, sondeos para conocer el fondo marino.

04_erotismo antarticoEl fondo del mar es, aquí y en todas partes, si cabe aún más fascinante que la superficie, y desde luego más desconocido: para estudiarlo han venido equipos de buceadores chilenos y catalanes, pero también una amplia misión del Instituto Hidrográfico, de cuyo trabajo hablaremos pronto. Ese fondo del mar oculto es también metáfora de otros mundos sumergidos, como el del erotismo.

En este viaje emocional, una catarsis interior provocada por la belleza extrema de la naturaleza y la convivencia en zona límite, llevo meses preguntándome cómo sería la vida íntima de los grandes y pequeños exploradores, la de Amundsen, Bellingshausen, Gerlache y Shackleton, pero también la del último marinero de cada tripulación. Ese 01_erotismo antarticorelato masculino nos ha sido amputado, forma parte del mundo submarino, de la realidad sumergida.  ¿O es que eran tan sobrehumanos que carecían de sexo y otras necesidades afectivas? No lo creo: tenían sus deseos y un gran analfabetismo emocional. En estas cavilaciones andaba, yo también tengo lo mío, cuando la antigua base Locroy, ahora convertida en museo, me brindó parte de la respuesta en forma de este paisaje erótico, con pin-ups de los años 50, dibujado por algún expedicionario anónimo. Mientras algunos compraban postales o jugaban con pingüinos amaestrados, mis ojos selectivos contemplaban este paisaje inédito. Postales sin destinataria, de un relato silenciado, aún no escrito.