[Foto portada: Increíble puesta de sol a camara lenta en el Oceano Antártico más al sur del Círculo Polar, de Ana Justel, a bordo del Hespérides].
Hace unos meses, al comienzo de la Campaña 2018/19, escribíamos en esta tribuna que, incluso sonando a tópico, la de este verano austral iba a ser “la campaña antártica más ambiciosa de nuestra historia”. Las noticias que llegan desde las bases españolas en Isla Decepción y Livingston, y desde los buques Sarmiento de Gamboa y Hespérides, confirman que, en efecto, el programa científico antártico español está en plena madurez, sin complejos internacionales, más bien, en la proa.
Un signo de esta madurez es la política de comunicación, que ha mejorado sensiblemente, aunque queda mucho por hacer en esta materia al Comité Polar Español. Sin embargo, algo ha cambiado para bien en esta Campaña 2018/19: solo hay que asomarse cada día a las redes sociales para seguir la presencia interactiva y sugerente de los distintos programas científicos.
Durante décadas, la investigación antártica española ha sido casi clandestina: un par de fotos rituales y anodinas cuando zarpaba el Hespérides de Cartagena, un saludo protocolario del Rey en Nochebuena y poco más. Como si no fuera algo, el programa polar español, de lo que debiéramos estar profundamente orgullosos como país, una verdadera carta de naturaleza de la Marca España. Oyendo de refilón la bazofia que se asoma, un día y otro, durante horas y horas, a nuestras televisiones, es difícil comprender cómo no hay una ventana diaria a la Antártida.
Una conexión diaria, amplia y rigurosa, divertida, atractiva, inédita cada jornada, por ejemplo en TVE, dado su carácter público, en abierta conversación con nuestras bases Gabriel de Castilla y Juan Carlos I, o con los buques expedicionarios. Les aseguro con conocimiento de causa que hay materia geográfica, climática, científica y sobre todo humana más que suficiente, desbordante, para abrir cada mañana una ventana desde nuestras casas con vistas a la Antártida.
Estamos hablando de 24 proyectos de investigación, media docena de países, casi trescientos participantes, de ellos 140 personal científico de todas las disciplinas: biología, meteorología, geología, glaciología, etc., además de una aventura polar extraordinaria, Trineo del Viento, de Ramón Larramendi, de la que hablaremos con detenimiento la próxima semana. La divulgación científica ante la sociedad, en este caso de un programa de investigación ingente, debiera ser una prioridad política. Queda dicho, a ver si algún Ministro astronauta nos escucha desde su órbita.
El caso es que, salvo redes como Twitter, donde los propios científicos están siendo activos, los medios de comunicación han estado poco atentos a una página singular de nuestra historia polar: el Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides cruzó el 26 de enero el Círculo Polar Antártico y navega más allá de la latitud 66° 33′ 46″.
Con tal motivo, los artistas de Microairpolar han pintado de azul el alavante del Hespérides, como manda la tradición al cruzar el Círculo Polar, siguiendo la estela del capitán Cook. Transmitiendo casi en directo —sí se puede—, la investigadora Ana Justel ha compartido la foto del alavante azul y un hermoso atardecer desde la Isla Horseshoe (67°45′ S), donde están ahora mismo muestreando, que compartimos con los seguidores de EfeVerde.
Esta es la misión que realiza estos días el buque nodriza de la ciencia antártica, a cargo de la Armada Española, que también ha compartido en redes la imagen del Hespérides en el Círculo Polar y fondeado en Bahía Margarita, mítico enclave al oeste de la Península Antártica, descubierto por la expedición francesa de Charcot en 1909. Para quienes tuvimos el privilegio de visitar la Península Antártica en la campaña 2016/17, es emocionante seguir ahora la navegación de amigos y compañeras de viaje.
Como ha sido conmovedor seguir el regreso de «los cuatro de Byers» —Antonio Quesada, Ana Justel, David Hita y Pablo Almela— después de pasar tres semanas aislados en el Campamento Internacional Byers, acaso el lugar más puro de Isla Livingston. Su proyecto Microairpolar estudia la evolución de microorganismos en suelos deglaciados (por ejemplo, Punta Elefante, donde se registra un importante retroceso glaciar) y diseña un nuevo algoritmo matemático capaz de explicar cómo se mueven y dispersan los microorganismos en la Antártida. Tres semanas sin internet ni ducha, en mitad de la nada, estudiando tapetes de propagulos. Díganme si es o no apasionante la Ciencia.
La campaña 18/19 continuará hasta el cierre de las bases, previsto a finales de marzo, de modo que nos quedan dos meses para seguir de cerca el intenso trabajo, la peligrosa navegación y, en definitiva, la apasionante aventura científica de esta XXXIII Expedición Científica Española.
Para saber más:
—Descarga el dossier completo de la XXXII Campaña Antártica Española 2018/19.
—Microairpolar en Instagram.
—Sigue la campaña en redes sociales: @AnaJustel1, @microairpolar, @Armada_esp, @barbosaandres. AEMET. Ejército de Tierra.