Día 100, domingo 12 de febrero de 2017, Santa Eulalia, Isla Rey Jorge.

Charles Darwin cumpliría hoy 208  añitos, y hoy se cumplen 100 días de navegación, desde que zarpé el 4 de noviembre del puerto de Vigo, a bordo del Sarmiento de Gamboa. Cien singladuras y cien bitácoras, compartiendo día y noche este viaje maravilloso y único. He contado en esta especie de Diario informal que es #HorizonteAntártida, más de cien momentos, miles de instantes mágicos, imborrables. Quiero hoy escoger diez joyas que llevo prendidas en el alma con alfileres de plata:

1. El mar que no se acaba: “Cuando cruzo el Drake, como marino siento una emoción especial: es el único lugar del planeta en el que puedes seguir el paralelo de Este a Oeste, o en sentido contrario, y dar la vuelta sin ver tierra: solo mar”. (Oscar, Oficial 1º, Sarmiento de Gamboa).

2. “Cuando el buque nos deja en la Base, felices e ilusionados, y de pronto ves que se aleja, y sabes que te quedas en la isla, a solas con el volcán, siento un nudo en la garganta” (Josabel Belliure, ecóloga).

3. “Aquí venimos a contar historias y a escuchar historias”, dijo JB, brindando por Darwin y Humboldt, junto al piano. Ellos nos enseñaron que el conocimiento es la capacidad de relacionar: otro relato es posible y necesario.

4. “En 2017, y en el resto de mi vida, no quiero más desencuentros, solo quiero encuentros” (Susana Fernández).

5. Aniversario de la muerte de Scott: cada 17 de enero, en la Base Gabriel de Castilla se recuerda la gesta de Scott; es costumbre que haga el brindis el expedicionario más veterano. Este año me ha correspondido el honor. Doble nudo marinero: en la garganta, por respeto a Scott y a todos los héroes de la Antártida; y en el estómago, por la velocidad del tiempo.

6. Cuando el 25 de enero llega al Hespérides —camarote 15, cubierta roja, a popa— un paquete enviado desde Santiago de Compostela, que ha recorrido 15.000 kms. y, entre libros y notas, encuentras dos tabletas de turrón de Jijona, del bueno, y un kilo de lentejas de la Armunia. Cosas de José Carlos, compañero del alma, compañero.

7. La mañana que despiertas temprano, con el barco fondeado en una bahía de Isla Livingston, y por el portillo ves a una ballena adulta jugar con su ballenato, a pocos metros de nosotros.

8. La intensidad emocional de la convivencia: nunca en mi vida he dado y me han dado tantos abrazos, besos, espachurres. El despertar emocional de la Antártida abre todos los poros.

9. La sensación de poder hablar con tus padres y tus hijas a 13.000 kms.

10. La contemplación del mar. No tener prisa por volver.