Día 127, sábado 11 de marzo de 2017, san Gorgonio, Lon 58º 52 S, Lat 62º 52 W.
No me gustan las despedidas. Ahora que comenzaba a sentirme en el Hespérides como si estuviera en casa —esta mañana, transgrediendo todo el protocolo de seguridad, he salido a cubierta en zapatillas de cuadros, a tomar el primer café en la proa y llenar los pulmones de aire puro, el saludable aire de la mar. Momento Titanic.
No me gustan las despedidas, menos estando tan a gusto como a bordo me hacen sentir, literalmente “en casa”, los marinos de la Armada con los que comparto singladuras, todas nuevas y distintas: grises, azules, doradas, perla, plata, esmeralda, el mar juega con nosotros y nos acaricia.
Esta semana tocó despedirnos de Livingston, la isla donde España asentó su primera base científica en 1988, como recuerda la placa fijada en el primer módulo de vida. Desde entonces, un largo recorrido de casi tres décadas hasta llegar a la nueva base, una nave espacial de vanguardia, aterrizada en la órbita de la Antártida, que se inaugurará el próximo año.
Livingston, la segunda isla en extensión de las Shetland del Sur, después de la concurrida Rey Jorge, también acoge el Campamento Internacional Byers y protege, en un breve estrecho, la fantástica Isla de la Media Luna, en la que Stevenson y Verne podrían haber situado todas sus historias de aventureros y piratas.
Livingston, Byers y Media Luna nos dijeron adiós con un atardecer gris borreguillo-perla-nubarrón, ese indefinido color que contiene todos los matices del gris, infinitos como los pingüinos y las focas que salieron a despedirnos. Esta vez hubo menos ballenas: solo dos, quizás yubartas, en la lejanía, haciendo sonar la bocina de sus surtidores.
Tuve el presentimiento de que serán las últimas ballenas en este viaje y, ¡quién sabe!, tal vez para siempre: “Si para todo hay término y hay tasa, y última vez y nunca más y olvido, ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido?” [Límites, Borges]. No me gustan las despedidas: seguiremos hablando de los encuentros y reencuentros. Próximo puerto: Ushuaia.