Día 45, lunes 19 de diciembre de 2016, San Sindimio, Isla Livingston.

Su verdadero nombre es Solidaridad. También se conoce como Tierra de Nadie, Tierra Australis Incógnita, Continente Austral, e incluso hay quien la denomina Antártida, pero su verdadero nombre es Solidaridad. En todos los órdenes de la vida, nadie es tan listo y tan autosuficiente como para bastarse por sí mismo, y antes o después todos nos necesitamos, aparcando orgullos y soberbias; pero en la Antártida la ayuda mutua es imprescindible para sobrevivir.

Cruzamos fronteras que no existen sin necesidad de pasaportes, conversamos en el idioma común de la buena voluntad; y los países, los barcos, las bases y estaciones científicas y las personas nos ayudamos y socorremos unos a otros de modo natural y espontáneo. Esa apelación a la fraternidad y a los buenos sentimientos que menudea en estas fechas navideñas es aquí el pan nuestro de cada día.  Ayer recibimos a bordo del Sarmiento de Gamboa una expedición de seis compañeros búlgaros, que llegaron agotados y ateridos de frío después de un largo viaje y una más larga espera en la playa de Isla Rey Jorge, con viento helado. Recibimos a los búlgaros con abrazos: desde hace años España y Bulgaria comparten la Isla Livingston, donde tienen sendas bases, y las visitas de una a otra son motivo de fiesta y alegría. Tras reponer fuerzas, hubo palmas y rasgueo de guitarras: ellos cantaron a coro sus temas tradicionales y Dimo se atrevió con los Beatles; nosotros correspondimos con canciones de tuna, sevillanas y Serrat. Una noche fraternal para darles la bienvenida y desear una feliz campaña antártica a Nicolay Petkov, Doychim Boyanov, Genoveva Koleva, Nedelcho Hasurbasanov, Dimo Nickolov y Denitsa Apostolova. En la Antártida. Hoy por ti, mañana por mi.