Día 98, viernes 10 de febrero de 2017, Santa Austreberta, Drake Passage / Mar de Hoces.

Vivo desde que me conozco en el mundo de la comunicación, y no ceso de pensar que la asertividad es la gran asignatura pendiente. La de casi todos. Entre padres e hijas, madres e hijos, en la pareja, en la escuela, en el trabajo, en las relaciones sociales. Las dificultades para comunicar-nos bien son enormes. También entre los profesionales del periodismo, y empiezo por una mirada autocrítica: ¿estoy transmitiendo lo que quiero, lo que pienso, lo que siento? ¿Lo hago sin agredir ni molestar a nadie, desde el respeto?

Llevarse bien con la pandilla no tiene mérito. El problema surge cuando hay un compañero de trabajo que te toca los glaciares, o una compañera cursi que no soportas, y has de convivir con ellos. O un adolescente alborotado. Alguien que no habla, o masculla para el cuello de su camisa; que es tímido, acobardado, o demasiado prudente. En todas esas situaciones necesitamos modos de comunicación asertivos que rompan el hielo, la agresividad, o venzan el rechazo.

La vida en un barco es un buen modelo: la comunicación en el puente ha de ser necesariamente clara y asertiva. No caben diálogos adolescentes:

—Me dijiste 20º a babor.

—No, le dije 20º a estribor…

A esas alturas de la charla, el barco ya se habría ido al garete. Las instrucciones se chequean en el acto. “Medio timón”, canta el práctico que nos guía por el Canal Beagle; “Medio timón”, confirma el oficial. “Para máquina”, y el oficial responde como un eco, “Para máquina”; y poco después: “Máquina parada”. No hay margen para el error, para la mala comunicación. “Firme a proa”, y el eco responde en el walki, “Firme a proa”. No vale decir, “te encargué lechuga y me has traído escarola”, o, como en aquella divertida letrilla, “una libra de clavos y un formón…”.

Mientras el Hespérides surca de nuevo el Canal Beagle rumbo a la Antártida, con un tiempo excelente, desafiando con la proa a no sé qué tormenta que nos acecha en el Mar de Hoces, reflexiono en cubierta sobre lo bien que nos iría a todos en la vida practicando la asertividad. Como diría el presidente Rajoy, paradigma de la no asertividad, “Hay que ser asertivos y mucho asertivos”.